"En España no basta con ser inteligente, además hay que parecerlo", algo así decía Ortega y Gasset o quiero recordarlo al menos para introducir la figura de Lola Pons. Iniciamos así un apartado en este blog sobre recomendaciones para el profesorado, el alumnado y Comunidad Educativa en general. Mediante las etiquetas iremos identificando cada entrada según las áreas y perfiles. Y, como siempre, el blog está abierto a vuestras colaboraciones y sugerencias (en breve pondremos material para hacer videoreseñas por parte del alumnado, por ejemplo).
La autora es una joven catedrática de Lengua Española en la Universidad de Sevilla. Ha estudiado, entre otras cosas, nuestros dialectos, de dónde vienen las palabras, por qué, por ejemplo, llamamos amarillo al color amarillo y mil “anécdotas” más sobre nuestro idioma. Bajo mi punto de vista, su mayor talento es intentar llamar a las cosas por su nombre. Y para ello, atiende a la diversidad, escucha atenta a las personas que conforman una lengua, personas como tú y como yo, huye de postulados academicistas que intentan encorsetar lo que es libre, vivo y ameno. Porque la lengua cambia según lo hace el hablante, como ella misma sostiene.
Y cómo no se puede imponer nada a la fuerza, ni una lección, ni las palabras, ni la lengua, su modo de comunicar es desde una escritura ágil, limpia, con un ritmo llevadero que te hace profundizar sin darte cuenta en los temas que trata y también te hace sonreír y asentir en cada exposición que realiza.
El libro que os presentamos, recoge piezas sueltas en los medios de comunicación con los que colabora, pero ajustados a temáticas concretas relacionadas con el volumen: Semillas que crecen, raíces de mi árbol, Mujeres bajo el árbol, A la fresca sombra, son algunos de los sugerentes capítulos. Una delicia desde los títulos.
Al final del libro, el lector, el profesorado, encontrará algunos ejercicios ligados a los textos que lo conforman y dan pie a inventar otros parecidos.
Os dejo algo más sobre ella:
Por
cierto, ya mismo lo tendremos disponible en nuestra biblioteca. Hay que rodearse de personas inteligentes, si además demuestran un amor sincero hacia la lengua, hacia la literatura, hacia las palabras, no frecuentarlas sería un error imperdonable.
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