Emilia Pardo Bazán (1851-1921) fue una de las grandes escritoras europeas de su generación. Este 2021 es, por tanto, el año del centenario de la muerte de la escritora gallega: un portento literario (novelas, cientos de cuentos, poemas, ensayos, infinidad de artículos y columnas...), filosófico en algunos casos, fue empresaria cultural con una revista y una editorial propia (Nuevo Teatro Crítico y La Biblioteca de la Mujer). Es considerada una de las primeras feministas españolas, aunque su modo de entenderlo es peculiar (para saber más sobre este aspecto, pincha aquí). Aunque no debe extrañarnos tampoco, su independencia y su forma de actuar también es legendaria. Ya siendo niña, le pidió a su padre que no le apuntara a piano (como era normal para la época y las niñas de su estatus social), sino a clase de latín, nada más y nada menos. En fin, que ya mostraba maneras peculiares que la harían ser lo que fue.
Además de escribir, hizo cosas tan curiosas como el diseño de los planos del Pazo de Meirás, tan famoso últimamente. Viajera infatigable, interesada en todo lo que ocurre en otros países, aprende idiomas para leer a los autores que les interesa. Autodidacta siempre. Hasta se creó una cátedra para ella, que no tenía estudios reglados...
En el breve documento siguiente aparece una semblanza de su vida y su obra.
Mujer ecléctica, ella misma así lo reconoce, escapa de todo intento de engrosarla en algún movimiento concreto. Como Unamuno, se jacta de los que pretenden encasillar lo que no se puede ("Qué afán de encasillar a la gente", escribe en sus Apuntes biográficos). Emilia Pardo Bazán es una mujer independiente. Tan sólo por esa decisión personal de no amarrarse a nada ni a nadie que no sean sus propias convicciones e intereses, merece la pena volver a su figura y a sus escritos.
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