El título de esta entrada podría ser una de las respuestas de algunos profesores y profesoras en un instituto cualquiera. Pero tenemos que reconocer que el profesorado también se equivoca y, tal vez, necesitamos ampliar más la mirada sobre el magnífico mundo de los álbumes ilustrados que pueden ayudarnos en el aula para fomentar la lectura; pero también: la escritura, la creatividad, la imaginación, la empatía, la solidaridad, la introspección, etc.
La lectura siempre es un proceso de descodificación, al leer en el aula, aunque sea el libro de texto, los docentes lo que hacemos es proporcionar las herramientas para ayudar al alumnado a lograr esa descodificación. En un álbum ilustrado el proceso de lectura se convierte en una especie de coreografía que incita a leer las palabras a través de las ilustraciones y viceversa, en un “juego de límites, silencios y contrapuntos, que tratan de dar respuesta a las expectativas que cada nivel de comunicación crea sobre el otro” (Nikolajeva y Scott, 2001). Un buen autor o autora de álbum elige muy bien qué quiere decir a través del texto, pero en estas obras, hay que leer también las imágenes, los espacios, incluso la doble página que se presenta al lector al abrir el libro (pienso en Por una manzana de Neus Camaño). Todo el corpus se pone en juego y es necesario para apropiarse de la historia, enseñamos entonces a relacionar, a inferir a interpretar desde muchas perspectivas posibles. Lo que llamamos, en definitiva, lectura crítica, que es a lo que aspiramos en nuestro alumnado de la ESO y de Bachillerato.
Un ejemplo de muestra:
Ayer nos descubrieron a Armin Greder y La isla, una historia cotidiana, que plantea una historia desgarradora sobre la
incomunicación y la cerrazón o la imposibilidad de entendimiento; un relato de
final triste y brutal (construir una muralla y arrojar al extranjero al mar, a
una muerte segura) sobre la figura del extraño -del otro convertido en intruso y
del miedo a sentirlo cerca. Todo en en una isla desdibujada, un no-lugar, como diría un crítico de última generación, sin espacios definidos y gráficamente muy centrada en las sensaciones y
sentimientos de sus habitantes. ¿Y esto no se puede llevar al aula en algunas de las áreas y materias de la ESO y Bachillerato?
No conocía el libro ni la autoría, pero sí me recordó, por la temática a Shaun Tan y su Emigrantes. Al hilo de este autor, volví al Jimmy Liao de Hermosa Soledad. o Desencuentros. Este autor es un buen ejemplo de lo que ahora se lama literatura crossover. En sus libros podemos ver un amplio repertorio de mecanismos narrativos que ayudan a construir historias estratificadas para posibilitar diferentes formas de leer en consonancia con la edad del lector. No los que acabo de citar en este párrafo, pero sí otros que permiten muchos niveles de interpretación. (Para el que no lo conozca, Esconderse en un lugar del mundo, es una joya para engancharse a sus libros).
Hay muchas posibilidades y se puede investigar un poco para escoger algunos títulos que seguro que nos ayudan en nuestro quehacer cotidiano en las aulas. Aunque a veces nos centramos en temáticas recurrentes: maltrato, derechos de la infancia, etc. (Juul, que es muy difícil de encontrar, es un claro ejemplo de ello), hay muchas más posibilidades, sin duda.
Como sabéis, yo soy profesor de Filosofía, y he usado algunos de ellos: La gran pregunta, El pato y la muerte, El árbol sin fin, Greta la loca, Mi laberinto El árbol rojo... Incluso con actividades sobre algunos (pincha aquí), por si os sirve de ayuda mi planteamiento.
Nota Aclaratoria: Escribo esto bajo el mágico influjo de una formación recibida ayer por la tarde sobre el tema, organizada por la Red de Bibliotecas Escolares de Sevilla.
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